miércoles, noviembre 22, 2006

Ser de izquierdas IV

Y Rusia (la URSS) fue el faro que había de guiar y el espejo en que se habían de reflejar los destinos de un parte importante de los empeños de la izquierda en todo el mundo. Lenin, después del golpe de estado que llevó al Partido Bolchevique al poder absoluto en Rusia, produjo un cambio sustancial en la izquierda con la creación del Komintern que supuso la constatación de su ruptura irreconciliable entre partidos socialistas y los nuevos partidos comunistas. Pero las creaciones de Lenin no se corresponden con lo que se ha llamado el socialismo científico. Fueron más bien improvisaciones derivadas de las urgencias provocadas por la necesidad de hacer frente a la difícil situación durante la Gran Guerra o la posterior y más sangrienta Guerra Civil con una hambruna que dejo más de diez millones de muertos. Las nacionalizaciones no fueron virtud sino necesidad de la denominada economía de guerra. Ese socialismo de guerra debía ser sustituido por la NEP (Nueva Política Económica), con la vuelta, en gran medida, al sistema de mercado y la devolución de las fábricas incautadas. Pero el padre de la revolución no llegó a ver la NEP. Muerto Lenin, Stalin se impuso por mayoría aplastante como máximo mandatario del Partido Comunista. Los despropósitos y excentricidades, rayanas en la locura y en el asesinato sistemático de una parte de la población rusa incluyendo miles de muertos dentro del propio Partido Comunista ruso (PCUS), no desanimaron a la izquierda mundial que siguió durante años admirando el modelo soviético. Se había impuesto un sistema de planificación centralizada que, al margen de las periódicas purgas dentro del partido y la eliminación física de millones de campesinos, provocó un crecimiento espectacular de la URSS en el plano industrial y del nivel de visa de sus habitantes. La tesis del socialismo en un solo país había dejado frustradas las esperanzas de los países occidentales que se hubieron de conformar con dejar de la lado sus propias revoluciones por la injusta decisión política impuesta por la URSS que mantenía narcotizados a los Partidos Comunistas de los países occidentales a cambio de que sus gobiernos dejaran tranquila a la URSS.

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