viernes, noviembre 24, 2006

Evasión sutil

Las personas suelen ser muy poco reflexivas respecto de si mismas y de todo aquello que les rodea. No nos interesa pensar nada que vaya mucho más lejos de nuestras propias narices. Nos educan para que nos transformemos en imitadores de conductas preexistentes. Una persona se puede considerar un buen "profesional de la vida" cuando es capaz de dominar un número suficiente de rituales rutinarios. Nos pasamos la vida repitiendo rituales. Desde que nos levantamos nos integramos en unas confortables rutinas e incluso planificamos todas aquellas rutinas que nosotros consideramos que no lo son. Es la vida "ciega", pero confortable, de la mayoría de los ciudadanos occidentales. Las personas son mas ricas o más pobres intelectualmente en función de la mayor o menor riqueza de rutinas que haya incorporado a su vida. Hay rutinas que son creativas, rutinas que son aburridas, rutinas que son simplemente insustanciales, otras que son pueriles y así podríamos seguir indefinidamente buscando calificativos para la palabra que mejor define los últimos años de nuestra civilización: la rutina. Es verdad que nos adiestran para conseguir que las rutinas adquiridas sean aquellas que dan más relevancia social y, consecuencia, más dinero y más confortabilidad material. El problema es que el aprendizaje de las rutinas, incluyendo aquellas que pueden ser más gratificantes, acaba siendo insuficiente para las personas que gozan de un mayor grado de curiosidad. Por eso la única posibilidad de salir de maraña de rutinas es planificando concienzudamente un evasión. Antes que nada hay que analizar detenidamente nuestro grado de aprisionamiento. En muchos casos la autocondena rutinaria es tan grande (cadena perpetua y similares) que resulta imposible salir sin destrozar nuestros entornos más queridos. Por eso es aconsejable en estos casos, que son la mayoría, una evasión más sutil. Se trata de la evasión espiritual dirigida hacia mundos interiores que son los únicos que se dejan explorar contando con su propia complicidad. Además, tienen la ventaja que, si se domina bien, el procedimiento podemos dar la impresión de seguir en la misma celda. Y seguir en la misma celda, sin estar realmente en ella, es el objetivo más anhelado.

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