domingo, noviembre 26, 2006

El gol de Ronaldinho

El sábado 25 de noviembre de 2006 se produjo un suceso insólito en un encuentro de fútbol que estaba a punto de finalizar. Se enfrentaban el Barça y el Vilarreal. El suceso insólito fue un gol del jugador brasileño Ronaldinho: una chispa de genialidad mezclada con una portentosa habilidad para la práctica del fútbol. Un instante y el estadio se vino abajo entre aplausos, gestos de sorpresa, admiración y aprobación. En ese momento todos los “culés” se sintieron realizados. Sintieron que había merecido la pena vivir para ver algo semejante. La satisfacción y la alegría se expandieron como reguero de pólvora sobre toda la galaxia del Barça. Pero no era solo un momento de satisfacción por la obra de arte del brasileño. Era, sobre todo, una bofetada a todos los “anticulés”, especialmente a los aficionados del Real Madrid. Ser de un equipo de fútbol es una condición que, en la mayoría de los casos, les viene dada a los ciudadanos. Se es del Barça porque se ha nacido en Cataluña o porque lo son los padres, amigos o familiares. Muy pocas veces hay una adscripción voluntaria y consciente. Por eso resulta tan poco racional esa explosión de soberbia que se produce ante estos raros acontecimientos como el gol de Ronaldinho. Cuando uno escucha a un aficionado ante esa tesitura, da toda la impresión que ha sido él mismo el autor del tanto y no el genial futbolista. En todo caso, la actitud está más que justificada, porque a los ciudadanos corrientes no les está dado el privilegio de ufanarse casi de nada. Por eso el día que pueden sacar pecho, lo explotan hasta las últimas consecuencias.

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