miércoles, diciembre 06, 2006

El padre O’Grady. Eppur si muove

Mucha gente se pregunta ¿como es posible que se haya producido esa terrible “pandemia” de agresiones pederastas de los curas católicos de EEUU que, según se calcula, superan ya las 100.000?. Y es curioso que se trate de una “enfermedad” que sólo se da de manera generalizada entre los curas católicos. Lo peor de todo es la actitud cómplice de las autoridades eclesiásticas que prefieren callar los “escándalos” y se limitan a trasladar a los culpables a otras parroquias. Seguramente esas autoridades que, por el mero hecho del encubrimiento del “crimen”, ya son tan culpables como los que los cometen, son conscientes que el problema no puede ni debe continuar. La católica es la única secta religiosa que impone a sus sacerdotes un requisito tan cruel como el celibato de por vida. Pero lo curioso es que esta pesada carga no estaba entre las exigencias de los fundadores, ya que es una obligación que se establece mucho tiempo después de la creación del Cristianismo. Es, además, un tema que ha tenido que ser objeto de discusión a lo largo de toda la historia de la Iglesia. La propia Iglesia acuñó un término para definir la situación de los clérigos que incumplían la obligación de respetar el celibato: nicolaísmo. Se dice, aunque no es seguro, que la Iglesia estableció esta obligación del celibato sacerdotal a principios del siglo IV en el Concilio de Elvira (Hispania). Lo cierto es que no quedan documentos acreditativos, ni tampoco figura entre los cánones del Concilio de Nicea (325 d. C.). En la época de la reforma gregoriana (siglos XI y XII) se daba una situación mayoritaria de clérigos que convivían establemente con sus mujeres sin estar casados, y por eso uno de los tres ejes de la reforma de Gregorio VII buscaba erradicar el nicolaísmo de la Iglesia Cristiana. Lo que realmente hay en todo esto es una situación de hipocresía generalizada. Es lo que se conoce con la expresión “vicios privados” y públicas virtudes”. Eso en el supuesto que la abstinencia sexual se pueda considerar como una virtud. Creo que el pobre padre O’Grady, autor confeso de decenas de agresiones sexuales a niños indefensos en USA, es, además de culpable de muchísimos delitos, una víctima más de una regla absurda que va contra las leyes de la naturaleza. Hay una película de Buñuel, creo que se llama “El discreto encanto de la burguesía”, en la que uno de los personajes afirma sentenciosamente que el “semen retentus malignus est”. Esta expresión vale igual para cristianos o paganos, para curas o seglares. Una de las formas de acabar con esta terrible plaga, que ha generado traumas terribles a cientos de miles de personas, es la derogación del celibato eclesiástico. Pero, conociendo a la Iglesia, habrá que esperar a que los escándalos, que seguramente están igual de extendidos en todas partes, se destapen, de una vez por todas, en Europa y en el resto de los países del mundo. Como decía Galileo Galilei: “Eppur si muove

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