jueves, febrero 01, 2007

La boda como forma de normalidad

El sábado pasado se casaron.....Sus nombres no vienen al caso. Lo cierto es que dos personas del mismo sexo, que llevaban años compartiendo su vida, han podido –gracias a una ley, más que necesaria-, acceder al matrimonio en las mismas condiciones de las parejas heretosexuales. Desgraciadamente, por motivos de carácter familiar, no pude estar en la boda, pero me han comentado que fue una ceremonia entrañable. Nunca he sido amigo de asistir a las bodas, no sólo por el grado de sofisticación y artificialidad a que han llegado, sino especialmente porque suelen suponer, en general, una forma de manifestar el estatus económico y social de los contrayentes. Por otra parte, ya se ha inventado casi todo en materia de ritos esponsalicios y los actos y fastos suelen ser tan estereotipados y tan rutinariamente vulgares que se transforman en aburridos y previsibles. En este caso se trataba de algo tan diferente como contribuir a la normalidad de una situación, la de las parejas homosexuales, que siempre debió estar normalizada. Afortunadamente, la mayoría de los jóvenes contemplan las uniones homosexuales dentro de la más estricta normalidad.

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