domingo, enero 07, 2007

El método de análisis marxista

Imagínense que alguien llega de improviso y le culpa a uno, de manera totalmente irresponsable, de cosas que sucedieron en el pasado y sobre las cuales uno no tenía ningún control. Imagínense, además, que esa persona se permite semejante atrocidad haciendo uso de algo que él denomina, de forma, digamos trivial e inmeditada, el “método de análisis marxista”. Imagínense, por último, que el tal ciudadano se permite, espetar, de forma expeditiva y terminante, que, debido a la baja calidad de mi posición política y moral, jamás invitaría a las tertulias –que parece que organiza los sábados en su casa-, a una persona como yo. Es evidente que antes ya había recalcado hasta la saciedad las virtudes que le adornan a él como persona, desde los planos ético y político, y que a mi, naturalmente, me niega. Digamos que ese alguien, que, parece ser, se encuentra en la antesala de la perfección moral a la que debe aspirar toda persona que merezca ese nombre, hablaba desde la elevada plataforma de quien, por ostentar la exclusiva de la verdad absoluta, puede permitirse el lujo de dar lecciones de comportamiento a las personas que lo necesitan para que así dejen de ser ovejas descarriadas y vuelvan a su redil. Para fundamentar las virtudes de ese “método de análisis marxista”, que nunca llegó a explicitar quedándose en decir que “se trata de interrelacionar los acontecimientos y circunstancias que rodean el fenómeno objeto de análisis”, sacó de sus anaqueles mentales a sus dos iconos intelectuales: Eric Hobsbawm y Richard Sennet. Según este alguien (al que yo llamaría “mi amigo”, pero que no puedo hacerlo porque él me ha negado esa posibilidad), en estos dos intelectuales “marxistas” se condensa todo el saber necesario para analizar, de una parte la historia de los dos últimos siglos, y de otra parte, la degradación moral a la que el capitalismo ha llevado a nuestra sociedad. En base a esos autores y todo un detenido estudio de la filosofía de los siglos XIX y XX que, según me decía, había desarrollado en los últimos años, me impetraba a dejar mis desviadas ideas y a seguir su maravilloso “método de análisis marxista”. Tengo la sensación que le faltó decir: “sólo así podré dignarme a invitarte (a esa tertulia de iniciados que celebramos) en mi casa los sábados por la noche”. Yo tengo que decir que ni sabía de tal tertulia, ni nunca he mostrado el más mínimo interés en reuniones “piadosas” de culto a la bondad y las virtudes de uno mismo. Me interesa poco hablar, pero, si debo hacerlo, prefiero que la conversación se desarrolle, no sobre entelequias, sino sobre afirmaciones que tengan una cierta base. Como decía Aristóteles, sobre cosas a las que se les pueda aplicar el efecto demostración. Todo lo demás es literatura y poesía, que también me interesa, pero que no hace al caso. Hace tiempo que dejo de interesarme el soniquete: “Yo soy bueno y tu eres malo”. Ente otras razones porque no existen los “buenos y los malos”, aunque sean imprescindibles para las historietas morales y las películas americanas. Además, no creo que sea yo precisamente el "prototipo" del malo.

Pienso que me gustaría realmente que tuviera razón. Que ese “método de análisis marxista” fuese algo más que puros prejuicios ideológicos adobados de enormes dosis de pedantería sin la más mínima base científica. Pienso que me gustaría que la filosofía de la ciencia y todos los concienzudos trabajos que se han realizado en los siglos XIX y, especialmente, en el siglo XX, fundados en el positivismo lógico, estuviesen equivocados. Pienso que sería maravilloso que ese punto de vista “religioso” que exige, como las religiones e salvación individual, la adhesión incondicional y la fe ciega irracional, pudiese llevar al mundo a las cotas de bienestar individual y colectivo que predica desde el siglo XIX. Pienso sería maravilloso que esa candorosa pasión en defender ideas poéticas estuviese exenta de malicia. Pero desgraciadamente no es así. Prefiero situarme en una posición mucho más modesta. Simplemente apuesto por la libertad y el progreso de la humanidad fundado en la solidaridad y la concordia y no en la confrontación entre personas. Creo que la izquierda sólo puede ser el reducto de la libertad o no será. Creo que "libertad y progreso son sinónimos" y que sin el primero no puede existir el segundo, como ha quedado ampliamente demostrado a lo largo de los siglos. Creo en un mundo de “amigos” sin exclusiones de nadie. Y creo, sinceramente, que necesito que alguien me aclare de manera “científica” y no ideológica, ese “método de análisis marxista”, como se aplica en política real, los lugares en los que se ha aplicado y los resultados obtenidos. En todo caso, y concluyo, sin llegar a aspirar a ser tan estupendo como ese alguien que me “arrolló” con sus ideas “verdaderas”, me gustaría ser cada vez mejor y más benéfico para todos. Pero también me gustaría seguir siendo libre. Creo que no es mucho pedir.

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