lunes, diciembre 11, 2006

El merodeador infatigable. Alguien que anda por ahí

"Alguien que anda por ahí" es el título de un relato de Julio Cortázar, ambientado en la Cuba de los años sesenta, que transpira el ambiente irrespirable del mundo de intrigas que se había ido creando contra el nuevo régimen que había sustituido a la horrible dictadura de Fulgencio Batista. A la pregunta del protagonista, que requiere por su identidad a una persona que ha entrado furtivamente en su habitación del hotel donde se aloja, ésta le responde de forma más que misteriosa antes de matarle: "Alguien que anda por ahí". Siempre hay alguien que anda por ahí. Esa es, al menos, la sensación con la que nos encontramos en numerosas ocasiones. Pero, al contrario que en el relato de Cortázar, nadie se identifica, ni siquiera antes de la muerte segura que nos acecha. Sabemos que alguien anda por ahí, muy cerca de nosotros, y sabemos que somos el objeto único de su interés. Puede que no sea corpóreo. Puede que sea un producto de nuestra imaginación. Pero notamos que nos observa. Notamos que se incorpora a nuestro yo para inquietarnos. Muchos han tratado de identificarle. Y hay quien se ha atrevido a hacer el ejercicio de dotarle de nombre y de identidad. Pero no ha servido de nada porque el desconocido, tan familiar y tan cercano, sigue merodeando en nuestro entorno y desasosegando nuestra mente. Y es especialmente insidioso en las noches de soledad. Es entonces cuando se entromete en nuestras reflexiones y nos llena de preguntas y de dudas. No podemos llegar a familiarizarnos del todo con él, pero tampoco queremos que nos abandone. Es una presencia que nunca llega ser seriamente molesta, y sabemos que está cerca por su arrullo intermitente que, en muchas ocasiones, nos incomoda.. Aunque también es verdad que otras veces resulta tan acariciador que no podríamos vivir sin él. Hace muchos años que intento aproximarme sabiendo que su amistad es como un bebedizo, una droga de la que no se puede escapar. El problema es que quiere algo muy difícil de otorgarle: la dedicación exclusiva. Lo cierto es que cuando he osado preguntarle por su identidad, ni quiera se ha dignado a responderme: "Alguien que anda por ahí" .

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