jueves, enero 18, 2007

Hashem el Madani. Una exposición fotográfica fascinante.

El Líbano se ha visto sacudido en los últimos años por los espasmos de una guerra inconsecuente que es muy difícilmente entendida por los europeos. Según Erika Casajoana, "a los libaneses les gusta identificarse en su tolerante estilo de vida con los europeos. Gozan de verdadera libertad de expresión en la única democracia árabe –aun menoscabada por los asesinatos de políticos y periodistas. Pero su destino encaja de pleno en el polvorín de Oriente Medio". Dice Antranik Helvadjian, el director general de la Librairie Internationale , citado por Maruja Torres en su artículo de 14 de julio de 2006, que "Nadie, nadie en ningún lugar del mundo quiere a los árabes. Nadie hace nada para detener a Israel. ¿Y por qué Israel se cree con derecho a todo? ¿A invadir un país para defenderse de quienes defienden sus propias fronteras? ¿Debido a que sufrieron un Holocausto? ¿Sabe cuántos cientos de miles de personas perecieron en el genocidio perpetrado por los turcos contra mi pueblo? ¿Me da eso derecho a invadir, a matar?".

Creo que nada puede justificar lo que han tenido que sufrir los pobres libaneses. Y es un buen homenaje empezar a conocerlos un poco más. La exposición sobre el fotógrafo Hashem el Madani que tiene abierta el Caixaforum hasta el día 11 de febrero es una buena oportunidad para empezar a hacerlo. Las fotografias que durante varias décadas realizó este fotógrafo en estudio y al aire libre nos da una buena idea de lo que era la vida cotidiana de la ciudad de Sidón. Este país, en la libertad de la paz, habría tenido unas oportunidades enormes de prosperar durante los decenios de sufrimiento. Pero desgraciadamente no ha sido así y hoy está fracturado afrontando un futuro nada halagüeño. Hay que aplaudir esta iniciativa de la Caixa y, sobre todo, no perderse esos trozos de cotidianiedad de un país mediterráneo que nos es tan próximo como lejano.

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martes, enero 16, 2007

Babel. Denuncia social de calado


Cada vez tiene menos sentido calificar una película como buena o mala. Esos adjetivos son poco o nada significativos cuando se trata de un producto cultural complejo. En todo caso, son simplemente, una manera de expresarse de forma simple cuando no se quiere (o no se puede) dar una opinión más elaborada. Respecto de la calidad formal del filme Babel, decir solamente que se trata de una película muy bien ambientada y muy bien interpretada. Pienso que esta película, al margen de esos numerosos méritos cinematográficos, es de un gran interés. Lo más importante para mi es que recrea mundos personales y sociales que existen de verdad y sobre los cuales el autor ha urdido una trama cuyo origen es poco creíble aunque suficiente como detonador de tres situaciones que acaban siendo angustiosas, pero que reflejan de forma extraordinaria el mundo actual, un mundo de contrastes en el que la insolidaridad puede convivir con formas exquisitas de bondad. Claro que con estos mimbre se puede hacer una birria o un producto de la una excelente calidad, como es el caso. El mundo marroquí, que conozco por haber estado en esa zona hace poco tiempo, es un marco más que espectacular para poner de manifiesto las desigualdades e injusticias que existen entre países pobres y ricos. Y también para evidenciar que la soberbia viene generalmente emparejada con el dinero y el bienestar. Los personajes que interpretan Cate Blanchett y Brad Pitt (magníficos en sus respectivos papeles), son dos personas acomodadas del mundo occidental han ido a escaparse unos días (para buscar el marco adecuado donde intentar arreglar unos problemas sobre los que nada puede hacer su acomodo económico) a un mundo exótico que sólo van a conocer de manera epidérmica y sin profundizar en absoluto en unos problemas reales de pobreza y marginación a que se enfrenta a diario la población autóctona. Todo lo contrario de la familia magrebí que bastante tiene con intentar sobrevivir día tras día. El incidente que desencadena la acción les obliga a reflexionar, al menos sobre una parte de esos problemas, y les abre los ojos a un mundo sobre el nunca habían mostrado la más mínima preocupación. Ese es también el tono de los episodios, conexos pero argumentalmente diferentes, de Tokio y México. La mirada del espectador a esas tres realidades se produce de manera limpia, porque es limpia y espontánea la mirada del director, Alejandro González-Iñárritu, que de una forma tan simple discursivamente como compleja cinematográficamente, ha producido un documento de denuncia social espontaneo y profundo. Es todo un mazazo sobre nuestras conciencias, ya que a ellas se asoman no ya sólo la miseria real y espiritual, sino también la violencia (tortura incluida), desesperación solidaridad/insolidaridad, incomunicación y desesperanza. Más de dos horas de cine en estado puro. Una película imprescindible.

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lunes, enero 15, 2007

Bolivarianos todos. No gracias

Unos amigos me han gastado la broma de enviarme la foto que se reproduce al lado en la que han incorporado mi imagen junto a las de Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales durante la toma de posesión de Ortega como presidente de Nicaragua.. Ellos se lo han tomado como una cosa divertida y lo es, pero también me provoca reflexión que va más allá de los elementos folclóricos de la intención. Soy una persona que siempre se ha situado a la izquierda ética y política y, por ello precisamente sigo de manera apasionada esta nueva forma de intentar dar un vuelco a la desgraciada situación política y económica en la que vive toda América latina. Tuve ocasión de visitar la Bolivia "premorales" durante el año 2001 y es realmente desalentador ver la situación de miseria y postración en la que se encuentra una parte importantísima de la población. Algo similar ocurre en Nicaragua y, posiblemente, en Venezuela, lugares en los que la mayoría de la población malvive penosamente entre el paro y el subempleo. Toda una serie de circunstancias, a las que no son ajenas la corrupción generalizada de su clase política y empresarial (uso el término empresarial de manera muy generosa porque más bien habría que hablar de explotadores en sentido estricto) y las injerencias negativas del imperialismo americano en su afán de explotar de manera totalmente injusta los recursos de la mayoría de los países sudamericanos. Nada que decir respecto de Daniel Ortega y Evo Morales a los que se les ha de dar el margen de confianza necesario para ver exactamente si son capaces de ir enderezando poco a poco la situación de esos desgraciados países. Ahora bien, la figura de Hugo Chávez es un caso diferente. Se trata de un dirigente que lleva bastantes años en el poder y que ha renovado democráticamente hace poco un nuevo mandato. Su forma de hacer política tiene mucho de folclórico y poco de seriedad y eficiencia en un país que por su riqueza podría ir creciendo de una manera real a una gran velocidad. Me gustaría que lo malos augurios que se vislumbran por las iniciativas que anuncia no llegaran a concretarse. La nacionalización de los recursos energéticos es una opción política anticuada pero comprensible. Colocar a su hermano de ministro es ya menos comprensible. Las bufonadas permanentes a que nos tiene acostumbrados son manifestaciones claras de su espíritu bananero y de su falta de seriedad. Pero hacer un referéndum para transformarse en presidente vitalicio aprovechando su tirón electoral actual, pretender cerrar la emisora de televisión de la oposición, gobernar por decreto ignorando al parlamento u obligar a que sus patéticas alocuciones televisivas hayan de ser transmitidas obligatoriamente por todos los medios de comunicación (recordemos los partes de RNE de la época franquista), son decisiones que encaminan a Venezuela a marchas forzadas hacia un régimen totalitario en el que los avances reales hacia el socialismo van a brillar por su ausencia. Creo más en las políticas serias, como las de Lula en Brasil, que pretenden generar progreso real. Tengo la sensación que el progreso de los países no se logra sólo mediante medidas de asistencia social que, siendo imprescindibles, se han de complementar con medidas de carácter económico que sirvan para establecer un tejido industrial y económico que permita a los ciudadanos mirar al futuro con una cierta esperanza. Ahora Venezuela se haya en una situación de división y enfrentamiento civil que difícilmente permitirá el progreso de su sociedad. La situación me produce una cierta pena, sobre todo si se piensa que Chávez dice actuar desde una perspectiva de izquierda. La realidad final será que la izquierda, después que todas las medidas que anuncia se concreten, saldrá notablemente desprestigiada y muchos más ciudadanos comenzaran a quedar desencantados. Como he dicho muchas veces, el socialismo sólo será posible si se busca desde la libertad y la democracia, pero sobre todo, desde el rigor y la eficiencia. Estos tipejos que dicedn funcionar como líderes “carismáticos” sólo se pueden considerar un anacronismo en la época actual y los que los siguen y los alientan no son más que izquierdistas de salón folclóricos y fomentadores de la banalidad. Dice un dicho muy antiguo: "no quieras para los demás lo que no quieras para ti". Y a mi “ se me abren las carnes” sólo de pensar que un hipócrita y corrupto como Chávez pudiera gobernar en Catalunya o España. Y como no quiero ningún mal para Catalunya o España, tampoco lo quiero para los venezolanos.

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jueves, enero 11, 2007

No me voy a cabrear Federico

En una entrevista concedida al diario "La Vanguardia", publicada el día 10 de enero de 2006, el filósofo Lou Marinoff dice frases como la siguiente : "Las diferencias entre nosotros (las personas), las creencias religiosas y culturales son puramente cosméticas. La esencia del ser humano es mucho más profunda. Lo que tenemos que comprender es nuestra humanidad que es común a todos". Son declaraciones que sorprenden porque se dan de bruces con el pensamiento actual. Un pensamiento que tiende a dividir a los ciudadanos. A ahondar en las diferencias y no a profundizar en los lugares de encuentro. La esencia de la manipulación política actual consiste en enfrentar a los ciudadanos. Es un procedimiento muy sencillo sobre el que la mayoría de los ciudadanos no se ha parado a reflexionar. Vemos a los políticos más importantes "dando un ejemplo extraordinario" al usar como modo habitual de conducta la descalificación, el insulto o simplemente el tirarse "los trastos a la cabeza". Los ciudadanos aprenden de esta edificante conducta y mediante un proceso de imitación absoluto, dirimen de la misma forma sus presuntas diferencias. No nos inducen a buscar esos puntos de contacto que son tan numerosos e importantes, y que todas las personas tenemos en común. Necesitan cuidar los caladeros electorales y para ello nada mejor que hacer que cada persona tenga que definirse ideológicamente por las diferencias que tienen con los otros.
Pero no sólo los políticos practican ese despreciable sistema de captación de adeptos. También determinados profesionales de los medios de comunicación practican a diario la técnica de buscar el enfrentamiento y la diferencia. Quizás el más destacado, por su carácter particularmente bufonesco, sea el comentarista de radio Federico Jiménez Losantos. La técnica de este tipo para "enganchar" a sus seguidores es predicar las virtudes de la extrema derecha al tiempo que adoba su rancio discurso con los insultos más ignominiosos y las llamadas al enfrentamiento y a la desobediencia civil. Los obispos y la Conferencia Episcopal, que es propietaria de la emisora (C.O.P.E) en la que trabaja este ciudadano, dice que representa una necesaria pluralidad de opiniones y aplauden esta forma de actuar tan contraria a los principios cristianos que deberían defender. Eso quiere decir que estos "siervos" del mal y amigos de la discordia se sienten muy a gusto con este tipo de planteamientos que habrían hecho enrojecer de ira y de vergüenza al mismísimo Jesucristo. Pero parece ser que lo importante es el poder, ya sea civil, religioso o militar. El poder y todo lo que de él se deriva.
A veces sintonizo la emisora de los obispos y noto, ya sin sorpresa, que el mencionado comentarista va subiendo los peldaños de esa escalera de caracol que por sus labios se va transformando en un espiral de apoyo a la violencia y al enfrentamiento hasta unos límites que superan de lejos lo que debiera soportar una sociedad democrática. Ahora bien, lejos de cabrearme, su actitud me produce pena y compasión. La presunta superioridad, de la que siente tan ufano, me parece pura vulgaridad. Y uno piensa hasta que grado de bajeza pueden llegar las personas por dinero o por fanatismo. "No coincido en nada de lo que dices Federico, pero no me pienso cabrear ni pedir a los obispos que te silencien. Si hay ciudadanos que se sienten a gusto con tu discurso quiere decir que nos falta mucho por aprender sobre democracia". De esta forma no me extraña nada que los "presuntos" representantes de esa ideología de la concordia y los valores humanos que es el cristianismo, alejen de sí cada vez a un mayor número de seguidores que no pueden entender esas contradicciones insalvables. Por tanto, "no me voy a cabrear Federico, que es lo que tu y los obispos deseáis".

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domingo, enero 07, 2007

Bach en la Iglesia de Santa Marina de Sevilla


No era la primera que asistía durante las Navidades a un concierto de Bach en la Iglesia de Santa Marina de Sevilla. En el año 2001 la Orquesta Barroca de Sevilla había interpretado un extraordinario "Oratorio de Navidad" que todavía recuerdo con delectación. Pero el día 23 de diciembre pasados iba a ser algo especial. Se trataba de la "Misa en Si menor BWV 232", una obra monumental que exige una ejecución acorde con su grandeza. La Iglesia de Santa Marina es un marco extraordinario, pero siempre que el aforo limitado no se desborde y no haga una temperatura demasiado baja, ya que no dispone de ningún sistema de calefacción. Por desgracia, se superó el aforo y coincidió con la noche más fría del año. Hasta el extremo que los solistas hubieron de salir a cantar pertrechados con abrigos, cosa insólita en cualquier concierto de estas características.Pero una vez que la Orquesta y el Cor Madrigal superaron los avatares iniciales del Kyrie y el Christie eleison y los instrumentistas y las voces corales y solistas adquirieron todo su esplendor, la Misa fue, poco a poco adquiriendo cuerpo y forma sonando tan afinada como rotunda y espectacular. La Misa en Si menor no es una obra compuesta de piezas originales y de un mismo periodo. Se trata de una obra que fue progresando desde el año 1725 en que Bach compuso el "Sanctus", como pieza separada, pasando por los 12 primeros números del año 1733 para concluirla entre los años 1748 y 1749. Una parte importante de los materiales usados por Bach son adaptaciones de obras suyas anteriores. El uso de materiales musicales anteriores era una práctica común en la época de Bach que se conoce con la palabra "parodia" y que no tiene, en absoluto, connotaciones negativas. Al margen de una ejecución soberbia por parte de todos os músicos, fue para mí una sorpresa la actuación del contratenor Carlos Mena. Aunque conocía algunas de sus grabaciones, como el extraordinario "De Aeternitate", no había tenido ocasión de apreciarle en directo. Y debo decir que es capaz de transmitir toda la intensa musicalidad de Bach con una impresionante calidad de voz cuyos agudos nos dejan unas matizaciones que consiguen encumbrar el espíritu religioso hasta alzarse por encima de la pura humanidad. En todo caso, la interpretación de esta Misa consiguió superar el gélido ambiente inicial hasta llegar crear un ambiente de extrema calidez y grandilocuencia en el Osanna, el Benedictus y el Dona nobis pacem final.

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El método de análisis marxista

Imagínense que alguien llega de improviso y le culpa a uno, de manera totalmente irresponsable, de cosas que sucedieron en el pasado y sobre las cuales uno no tenía ningún control. Imagínense, además, que esa persona se permite semejante atrocidad haciendo uso de algo que él denomina, de forma, digamos trivial e inmeditada, el “método de análisis marxista”. Imagínense, por último, que el tal ciudadano se permite, espetar, de forma expeditiva y terminante, que, debido a la baja calidad de mi posición política y moral, jamás invitaría a las tertulias –que parece que organiza los sábados en su casa-, a una persona como yo. Es evidente que antes ya había recalcado hasta la saciedad las virtudes que le adornan a él como persona, desde los planos ético y político, y que a mi, naturalmente, me niega. Digamos que ese alguien, que, parece ser, se encuentra en la antesala de la perfección moral a la que debe aspirar toda persona que merezca ese nombre, hablaba desde la elevada plataforma de quien, por ostentar la exclusiva de la verdad absoluta, puede permitirse el lujo de dar lecciones de comportamiento a las personas que lo necesitan para que así dejen de ser ovejas descarriadas y vuelvan a su redil. Para fundamentar las virtudes de ese “método de análisis marxista”, que nunca llegó a explicitar quedándose en decir que “se trata de interrelacionar los acontecimientos y circunstancias que rodean el fenómeno objeto de análisis”, sacó de sus anaqueles mentales a sus dos iconos intelectuales: Eric Hobsbawm y Richard Sennet. Según este alguien (al que yo llamaría “mi amigo”, pero que no puedo hacerlo porque él me ha negado esa posibilidad), en estos dos intelectuales “marxistas” se condensa todo el saber necesario para analizar, de una parte la historia de los dos últimos siglos, y de otra parte, la degradación moral a la que el capitalismo ha llevado a nuestra sociedad. En base a esos autores y todo un detenido estudio de la filosofía de los siglos XIX y XX que, según me decía, había desarrollado en los últimos años, me impetraba a dejar mis desviadas ideas y a seguir su maravilloso “método de análisis marxista”. Tengo la sensación que le faltó decir: “sólo así podré dignarme a invitarte (a esa tertulia de iniciados que celebramos) en mi casa los sábados por la noche”. Yo tengo que decir que ni sabía de tal tertulia, ni nunca he mostrado el más mínimo interés en reuniones “piadosas” de culto a la bondad y las virtudes de uno mismo. Me interesa poco hablar, pero, si debo hacerlo, prefiero que la conversación se desarrolle, no sobre entelequias, sino sobre afirmaciones que tengan una cierta base. Como decía Aristóteles, sobre cosas a las que se les pueda aplicar el efecto demostración. Todo lo demás es literatura y poesía, que también me interesa, pero que no hace al caso. Hace tiempo que dejo de interesarme el soniquete: “Yo soy bueno y tu eres malo”. Ente otras razones porque no existen los “buenos y los malos”, aunque sean imprescindibles para las historietas morales y las películas americanas. Además, no creo que sea yo precisamente el "prototipo" del malo.

Pienso que me gustaría realmente que tuviera razón. Que ese “método de análisis marxista” fuese algo más que puros prejuicios ideológicos adobados de enormes dosis de pedantería sin la más mínima base científica. Pienso que me gustaría que la filosofía de la ciencia y todos los concienzudos trabajos que se han realizado en los siglos XIX y, especialmente, en el siglo XX, fundados en el positivismo lógico, estuviesen equivocados. Pienso que sería maravilloso que ese punto de vista “religioso” que exige, como las religiones e salvación individual, la adhesión incondicional y la fe ciega irracional, pudiese llevar al mundo a las cotas de bienestar individual y colectivo que predica desde el siglo XIX. Pienso sería maravilloso que esa candorosa pasión en defender ideas poéticas estuviese exenta de malicia. Pero desgraciadamente no es así. Prefiero situarme en una posición mucho más modesta. Simplemente apuesto por la libertad y el progreso de la humanidad fundado en la solidaridad y la concordia y no en la confrontación entre personas. Creo que la izquierda sólo puede ser el reducto de la libertad o no será. Creo que "libertad y progreso son sinónimos" y que sin el primero no puede existir el segundo, como ha quedado ampliamente demostrado a lo largo de los siglos. Creo en un mundo de “amigos” sin exclusiones de nadie. Y creo, sinceramente, que necesito que alguien me aclare de manera “científica” y no ideológica, ese “método de análisis marxista”, como se aplica en política real, los lugares en los que se ha aplicado y los resultados obtenidos. En todo caso, y concluyo, sin llegar a aspirar a ser tan estupendo como ese alguien que me “arrolló” con sus ideas “verdaderas”, me gustaría ser cada vez mejor y más benéfico para todos. Pero también me gustaría seguir siendo libre. Creo que no es mucho pedir.

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