Jordi Carrió. Una reflexión emocionante

Carrió se permite algún hálito de esperanza inicial dentro de ese ambiente glacialmente emotivo que va creando a medida que se avanza en la lectura.
¿Vendrán las flores
después de los fusiles?
después de los fusiles?
Su primera definición de MIEDO, que compendia en breves trazos, merecería figurar en un inexistente diccionario de palabras emocionantes:
Tu aliento empaña
el afilado cuchillo
en el que te reflejas.
el afilado cuchillo
en el que te reflejas.
La segunda es aún mas concisa y más gélida
No se mueve ni el aire.
Tengo miedo
de la quietud del agua.
Tengo miedo
de la quietud del agua.
Es capaz , sin esfuerzo aparente, de arañar poéticamente en los intramundos intelectuales a que todos aspiramos en una búsqueda ilusionadamente vacía.
Buscamos un lugar de nadie,
sin geografía, ni límite, ni confín,
donde el horizonte no nos de la espalda.
sin geografía, ni límite, ni confín,
donde el horizonte no nos de la espalda.
El clima "narrativo" se vuelve por momentos tan tenso y tan duro que ataca de manera inmisericorde la fragilidad de nuestras conciencias. Ha querido Carrió tensar las palabras y los conceptos en un "tour de force" que nunca es ensimismado sino generoso y tierno dentro de esa imprescindible aspereza exigida por el tema.
El resto, cenizas de cristal,
labor del viento.
labor del viento.
He dicho "tour de force" porque su melodía suena a veces tan rota como los metafóricos vidrios que nos describe. El argumento esencial, que nos resulta por momentos despiadado, escarba en las raíces de nuestra conciencia hasta casi asfixiarnos en ese ciemo en que se ahoga, y del que siempre renace, el eterno conflicto del hombre. De haber sido verdaderamente despiadado, como podida traslucirse de una lectura poco atenta de sus palabras, nos habría dejado exhaustos y sin resuello y con las conciencias destrozadas e irrecuperables. Pero detrás de ese fulgor sombrío , en ocasiones inextricable, palpita el aliento de la mirada proyectada con lucidez al infinito. El "himno final" es la lógica consecuencia de esa escondida esperanza que ha latido como una presencia descaradamente ausente, y por ello más presente todavía, a lo largo de todo el poemario.
No conocía la poesía de Carrió. He encontrado un poeta maduro y reflexivo que es capaz de combinar, sin desmayo poético alguno, los conceptos complicados con las palabras más sensibles. La concisión de sus versos es sólo paralela a la profundidad con la que ahonda sin aparente pudor en la heridas más vergonzosas y por ello más escondidas de la humanidad. Todo un hallazgo.