martes, octubre 17, 2006

El laberinto del fauno de Guillermo del Toro. La historia como fábula

¿Puede mezclarse la magia con la violencia más descarnada para hacer un producto de entretenimiento?. Eso podría sugerir la película de Guillermo del Toro "El laberinto del fauno". Pero esta película no es ni por asomo un producto de entretenimiento. Es una obra que, con una gran capacidad didáctica, nos informa de unos sucesos terribles de la historia reciente que nunca habían sido tocados de una manera seria por el cine español. Y, desde ese punto de vista, es una gran aportación -aunque un poco tardía-, al conocimiento de esa historia sórdida e increíble de la España del siglo XX. Esta película nos muestra una visión del "maquis" durante los años cuarenta del pasado siglo y su tremendo y desigual enfrentamiento con las fuerzas fascistas dels franquismo. Pero, sorpresivamente, es también la historia del mágico mundo interior de una niña que acabará por ser una metáfora descarnada de unas ilusiones perdidas y masacradas por el franquismo. Pero ello no quiere decir que pueda hablarse, como podría parecer en principio, de dos historias paralelas que tienen por objetivo converger al final de la película. En fin, no se trata de historias paralelas ni complementarias sino de dos mundos "soñados" que se superponen y juegan a sucederse uno al otro. A uno de ellos entramos por la vía prosaica de los adultos y al otro a través de la extrema sensibilidad de la niña que lo percibe con absoluta naturalidad.
La contraposición del hipernaturalismo de la historia real, a la que los actores dotan de una dimensión de total credibilidad, se contrapone mágico mundo del fauno con su propia sintaxis y su propia lógica sobrenatural. Las dos lógicas conviven y, por momentos, interactuan. Sin estar predestinados a ello acaban por enfrentarse y la violencia vence a la magia. O al menos es lo que la realidad parece transmitir, porque acabar con el mundo de los sueños no es tan sencillo y las imágenes finales del film se tiñen de una esperanzada ambigüedad.
La película es de una fascinación impredecible y ello permite que se pueda tolerar la extremada violencia de algunas de sus escenas. Una violencia que no es gratuita en ningún momento y que es imprescindible para dotar de sentido a la historia que se pretende transmitir.
Una lectura metafórica de los personajes nos permitiría hablar de dos fuerzas enfrentadas. De una parte, la brutalidad de los militares fascistas encabezados por ese "alter ego" del propio Franco que es el Jefe del destacamento militar. De otra, la figura de la niña es una representación ingenua de la República, al mismo tiempo soñadora, mágica y masacrada.
Si el director ha conseguido una obra de una calidad extraordinaria, la actuación de los actores es excepcional. Jordi López borda el papel del militar fascista, Maribel Verdú nos impresiona por este nuevo registro desconocido hasta ahora y la niña Ivana Baquero es todo un descubrimiento.

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